Agua en la Luna.

¿Qué significa a futuro el hallazgo de agua en la Luna?

El agua es una molécula muy abundante en el universo. No es casualidad: esta hecha del átomo más común, el hidrógeno y el que ocupa el tercer lugar, el oxígeno.

Por eso, cuando se anuncia el descubrimiento de esta sustancia en lugares inesperados del cosmos no debería sorprendernos demasiado.

Sin embargo, cuando ese lugar es la Luna, un cuerpo sin aire, con un día de temperaturas que superan los 100 grados, que nació de un accidente infernal y que además será nuestro laboratorio planetario futuro y una plataforma de exploración tripulada, sí que debemos prestar atención.

El descubrimiento presentado por el avión-telescopio SOFIA, se veía venir. Ya sabíamos que en los cráteres que permanecen en las sombras de la que podríamos llamar la «Antártida lunar» (cráteres en el hemisferio sur donde el Sol apenas si sale por el horizonte y cuyos fondos han permanecido a oscuras por eones) hay hielo mezclado con el regolito (el polvo que cubre la superficie de nuestro satélite).

La huella indistinguible de la «molécula mágica» aparece en el calor emanado por nuestro satélite (luz infrarroja), calor que, además, solo puede percibirse cuando te asomas al espacio por encima de la opaca troposfera, que es mayormente opaca al infrarrojo (de allí que necesitemos un avión).

¿De qué nos sirve saber que toda esa agua esta ahí?
Como decía, el descubrimiento no es en general muy sorpresivo. Sin embargo, la disponibilidad de esas moléculas, tal vez a «una palada» de cualquier base lunar, representa posibilidades increíbles para la exploración.

No es solo que el agua que podamos extraer del regolito (vaya a saber cómo) servirá para las necesidades de los exploradores futuros; además, «atrapados» en esas moléculas hay átomos de hidrógeno y oxígeno con usos importantes.

El oxígeno, una sustancia altamente reactiva, se usa para sacar energía de la materia, como cuando quemamos un trozo de madera o nos oxidamos lentamente (respiramos).

El hidrógeno, por otro lado, es, entre otras cosas, la materia prima del combustible de cohete. No es entonces que mañana podamos conectar una tubería al suelo lunar y esperar que salga agua de manantial.

Pero saber que la Luna tiene esa reserva de la molécula mágica, y de los átomos que la conforman, siempre será una excelente noticia para nuestras aspiraciones de exploración futuras.

JORGE ZULUAGA

Diario el Tiempo

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